miércoles, 24 de marzo de 2010

Medellín nocturno-rumba y drogas eje de socialización IV

LGBT es un acrónimo que se usa como término colectivo para referirse a las personas Lesbianas,Gays , Bisexuales y Trans (el término trans se refiere a travestis, transexuales y transgéneros). Se considera un término menos controvertido que queer o lesbigay, y más amplio que homosexual o simplemente gay. En diversos lugares aún se usa el acrónimo GLBT (anteponiendo los hombres gays a las lesbianas), aunque este uso se considera machista y cada vez se utiliza menos. Otros colectivos han realizado distintas combinaciones de las letras, anteponiendo una u otra según la comunidad a la que quieran otorgar mayor visibilidad. Al término también se le han añadido otras letras que representan a distintas comunidades. En la variación más extendida del acrónimo, se le agrega al final una Q de q ó inquisitivo (en ingles questioning); otras llevan dos Q para representar ambas cosas. También se le puede agregar una A de asexuales o aliados (también puede ser una 'S' de straight allies, aliados heterosexuales en inglés); una I de intersexual; o una P de pansexual o poliamoroso. En algunas incluso se añade la O de otros.

Terminos:
Lesbiana: En este contexto, lesbiana se refiere a las mujeres con orientación sexual homosexual, es decir, exclusiva hacia otras mujeres.

Gay: En este contexto, gay se refiere específicamente a hombres con una orientación sexual exclusivamente homosexual (hacia otros hombres).

Bisexual: Bisexual se refiere a las personas que se sienten atraídas hacia personas de ambos géneros. Mientras que la bisexualidad tradicional es definida como "atracción hacia hombres y mujeres", comúnmente abarca también la pansexualidad, "una atracción donde el sexo de la pareja es de poca o ninguna importancia" (i.e. hacia hombres, mujeres, y cualquier otra identidad sexual). La bisexualidad cubre cualquier orientación sexual entre homosexualidad y heterosexualidad.

Trans: El término trans se usa para denominar a una variedad de individuos, conductas, y grupos, centrados en la inversión parcial o total de roles de género, así como en tratamientos de reasignación genital (las cuales pueden ser sólo hormonales o involucrar distintos tipos de alteración quirúrgica). Una definición común es "personas que sienten que el sexo que les fue asignado (usualmente al nacer) es una descripción falsa o incompleta de ellas". Esta definición incluye ciertas subcategorías bien conocidas, tales como transexuales, travestis, y genderqueers.

Intersexual: Este término, representado por la letra I en los acrónimos LGBTI y GLBTI, no siempre se incluye, así como no todas las comunidades intersexuales aceptan a las personas LGBT no-intersexuales. Intersexual se refiere a caracteres sexuales ambiguos o incoherentes (incluyendo niveles hormonales) y a las personas que los tienen. Se usa en lugar del arcaico término hermafrodita, que en general no es correcto cuando se refiere a vertebrados (entre éstos los humanos). En muchos casos, el límite entre intersexualidad y transexualidad es difícil de definir, y algunas personas caben en las dos categorías.

Qué es la transexualidad?

La transexualidad se refiere a una falta de correspondencia entre la identidad sexual de una persona y su sexo biológico. Los genitales y características sexuales secundarias, su apariencia física, está en contradicción con lo que emocionalmente (sentimiento de identidad sexual) es.

¿Qué es el travestismo?

El concepto de trasvestismo

Perversión sexual

El travestismo o transvestismo es una perversión sexual en la cual la persona obtiene excitación y placer sexual vistiendo ropas del sexo contrario. Normalmente se suele alcanzar el orgasmo mediante la masturbación que se realiza después de excitarse vestido/a con ropas del otro sexo. En otros casos, esta vestimenta se utiliza porque al travestista le es imposible mantener relaciones sexuales sin ella, ya sean de tipo heterosexual u homosexual.

La diferencia con el travesti

En muchos casos, los transexuales visten con ropas del sexo contrario, por lo que pueden ser confundidos con travestis. Mientras que estos últimos lo hacen para obtener una satisfacción sexual, los primeros lo llevan a cabo, fundamentalmente, porque se sienten del género al que pertenecen esas ropas. Un transexual masculino se viste de mujer porque se siente una mujer y desea cambiar su cuerpo por el de una mujer. Un travesti masculino se viste de mujer por obtener un placer sexual, pero no necesariamente cambiaría su cuerpo por el de una mujer, si así fuera, realmente sería un transexual. El predominio del travestismo en los hombres es muy notable y puede adoptar, predominantemente, tres formas diferentes.

Genderqueer e Intergénero son términos generales para aquellas identidades de género que no son ni hombre ni mujer.

Las personas que se identifican como genderqueer, pueden verse a sí mismos como masculina y femenina, como ni masculino ni femenino o completamente aparte de estos géneros. Algunas personas tienen características del sexo opuesto, otras las tienen de ambos.

Algunos genderqueer ve su identidad como una de muchos posibles géneros más allá de masculino y femenino, mientras otros ven el término como la posibilidad de englobar ambos géneros en uno, un tercer género o ser una persona sin género.

Los genderqueer se encuentran unidos por su rechazo la noción de que existen tan sólo dos géneros. El término puede utilizarse como un adjetivo para referirse a una persona que trasciende el concepto del género, sin tener en cuenta su propia identidad de género.


Nuevas masculinidades…Medellín, de ciudad de machos a ciudad de muchos

A propósito de los panfletos que pretenden desestabilizar a la ciudad.

Las dos manos empuñadas a la altura de la cara. Con una ataca y con la otra, como barrera, se cubre de los golpes. ¡Ah!, y si están armados, en una mano el cuchillo y en la otra la defensa, la camiseta enrollada, una chaqueta, una ruana, un palo, o cualquier cosa que amortigüe los latazos...

A grandes rasgos, estos fueron las enseñanzas que desde muy pequeño recibí de mis hermanos. Un grupo amplio de bravucones de barrio a quienes todos en la zona, de tradición la más violenta de Medellín, temían y respetaban no solo por el número, soy el menor de 15 hombres, sino por lo que ellos denominaban hombría.
Menos mal nunca aprendí a ser hombre con su modelo, aunque de ellos tengo otras muy bellas enseñanzas para afrontar con barraquera la vida, incluso desde mi condición de homosexual. La forma de ser valiente, la aprendí de Ofelia, mi madre y la única mujer de la gallada familiar. Me enseñó que a los enemigos como a los perros se les debe tener respeto y cuidarse de ellos, pero nunca demostrarles el miedo: Pase mirando de reojo y alerta por si algo –decía-, pero nunca les frene en seco y ni les de la oportunidad de sentirse agredido. Esa además de otras enseñanzas simples, me las transmitía en las tardes de ocio, después de la siesta. También ahí, me enseñó que los hombres si lloramos, pero que por orgullo de machos, lo hacemos en silencio y en la intimidad.
Fui encausando esa valentía entonces y con una cierta malicia indígena hacia enfrentar, nunca a confrontar. Porque sentirme agredido, pensaba, por ser nombrado marica así fuera a grito publico, si yo era un marica, mas bien era buscar la oportunidad de mostrarles en otros escenarios que lo que ellos tenían como marica en la cabeza, poco o nada, mas que mi orientación sexual, tenia que ver con mi realidad. Su seudo enemistad, en últimas, en realidad no era más que una intolerancia cultural heredada, desde la que, como machos, estaban defendiendo su territorio y su poder.
A los grupos de machitos bravos siempre me los tope en las esquinas del barrio, incluso hoy quedan algunos, los mataban pero parecían retoñar en otros. Sentía sus energías amenazantes cuando cruzaba de largo o sus expresiones de rechazo para conmigo, la loca del barrio, pero como nunca encontraron respuesta, mi vida seguía intacta mientras a ellos en su gran mayoría, los vea desfilar en pocos días y con sus vidas aun por descubrir, hacia la cárcel o el cementerio, a pudrirse igualmente en ambos espacios.
Esa de cultura de ser machos arrasadores sin mas sentido que el de sentirse hombres y que algunos, ya muy pocos, aún pretenden mantener, terminó por cercanos las libertades en Medellín. Ya no podíamos pasar entre barrios, a veces ni entre calles, porque no se quien había determinado que éramos enemigos. Establecían categorías para permitir la vía y la vida, en las que desafortunadamente siempre, de rebote, me sentía incluido por ser marica, una palabra con una alta carga cultural en su contra: maricas y viejas chismosas, maricas y putas, maricas y degenerados, maricas y transmisores de infecciones sexuales, maricas y no machos, maricas e inmorales, entre muchas otras. Pero aún así la clave de valentía aprendida de Ofelia y una que otra privación de paseos por la vecindad, me permitieron llegar vivo a donde estoy.
Hoy, con menos bravucones que en esas épocas de mi infancia y adolescencia, he podido recuperar los linderos y redescubrir los barrios viejos y los muchos nuevos. Incluso encontrarme en la mirada y los rasgos faciales de muchos jóvenes, el rastro de esos que se negaron a la vida por ser machos. Muchachos y muchachas alegres, amigueros, vestidos de colores y cargados de entusiasmo, abriendo como los ancestros de la paisada, nuevos caminos que nos marcan nuevos mundos. Y entonces pienso, a pesar de la persistencia de unos pocos que insisten en mantener regimenes de muerte, soledad y silencio en la ciudad, que valió la pena haber cuidado la vida todos estos años, a consta de mostrarme en teoría cobarde frente a los puños y los fierros, para poder disfrutar de la maravilla de una ciudad donde cada ves le estamos apostando más a que los machos sean menos y la vida y las libertades mas significativas y para muchos.
Los maricas somos nosotros, dice uno de mis hermanos ex bravucón en medio de risas y de tragos, la única manera en que aprendió a expresar sus afectos, mientras alza una copa de aguardiente a manera de brindis en la acera contigua, donde departe con su esposa e hijos.
Muy cerca, en la misma acera, nosotros, familia de hombres homosexuales, disfrutamos de unos vinos en la tranquilidad de nuestro apartamento.
En la calle los jóvenes, hombres y mujeres, acicalados se saludan con afecto y se dicen marica, a manera de saludo de parceros, mientras se reúnen para irse de rumba. Es sábado a las 10, la noche apenas comienza en una Medellín que sueña seguir despierta para la vida. Medellín, marzo de 2009

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